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HISTORIA DE LA ESGRIMA

 

 

Breve historia de una técnica, de una ciencia, un arte, un deporte y (o) un medio de educación.

Los primeros rastros de la esgrima

 

Que se considere la esgrima como un arte de recreo o una ciencia de armas, un medio de educación o un deporte, la esgrima siempre aporta una riqueza. Riqueza de una historia milenaria, de una técnica impresionante y de resultados elogiosos, riqueza de campeones y maestros que imponen respeto y sobre todo riqueza de los valores que la esgrima ha sabido crear y que desea inculcar hoy a través de su práctica. 

 

La historia de este deporte es muy significativa, a menudo describe la de la humanidad a través de la espada y, si analizamos el carácter del arte de las armas, rápidamente nos damos cuenta que este corresponde al de las costumbres de la época en la cual se inscribe. El Hombre siempre ha buscado armarse contra la naturaleza y contra el Hombre, esto desde Caín; utilizó su fuerza, su material, mejoró su agilidad e hizo uso de su inteligencia. La historia de la esgrima es un testimonio apasionante de esta búsqueda.

Los faraones inventan la careta y la competencia

 

Más de cuatro siglos antes de los Juegos olímpicos de la Grecia antigua, un bajorrelieve del templo de Médinet-About en el Alto Egipto y construido por Ramsés III en 1190 A.C., evoca una competencia deportiva organizada por el faraón para celebrar su victoria contra los Libios.

 

Las armas–seguramente «bastones con placas» - tenían un botón formado por un abultamiento bien visible. Las manos estaban protegidas con una guardia parecida a la de un sable y algunos esgrimistas tenían la cara protegida con una careta cuya barbilla acolchonada, cubriendo las dos orejas, estaba agarrada a la peluca. El brazo no armado servía para parar y estaba protegido con una especie de escudo.

 

La traducción de los jeroglíficos nos revela que los adversarios se decían «¡En guardia... y admira lo que va a hacer mi valiente mano!», y que los espectadores apoyaban a sus favoritos: «Avanza! O excelente combatiente!».

 

El vencedor saludaba con la mano y con su arma al faraón acompañado de su cortejo. El público estaba compuesto de Asirios, Libios y Egipcios; el jurado y los organizadores se podían reconocer por la pluma que llevaban. Un escriba anotaba en un papiro los resultados de la competencia.

Los Juegos del Olimpo

 

Es necesario atravesar las épocas y transportarse a Grecia para encontrar en la hoplomaquia (combate con armas uno a uno) los rastros de una competencia en donde se ofrecían premios a los vencedores, ya fueran « hombres hechos y derechos o niños ». Muchos de nosotros sabemos que la esgrima figuraba en el programa de los primeros juegos olímpicos de la nueva era, en 1896; pero muchos ignoran que seguramente también figuró en los primeros Juegos olímpicos, en 776 A.C. Atentos en formar también el cuerpo y el espíritu de su juventud, los griegos habían favorecido todos los juegos que preparaban a la profesión de las armas.

 

Combates olímpicos en donde los atletas (palabra derivada del griego «combate») debían ser griegos, libres y sin reproche.

 

Si desafortunadamente desconocemos los primeros premios atribuídos durante estas pruebas, en el Diccionario de las antigüedades Griegas y Romanas, se nos enseña que en el III siglo, en Téos, Grecia, al hoplomacus (maestro de armas) se le pagaban 300 dracmas : mucho más que al maestro de tiro al arco o al de jabalina.

 

Este libro evoca dos maestros de gran reputación del siglo V, Euthydeme y Dyonysodore, que enseñaban la hoplomaquia (esgrima) a cambio de una buena cantidad de dinero.

La esgrima de punta de los romanos

 

En 648 A.C., la enseñanza de la esgrima o “armatura”, fue introducida en los campos romanos por el cónsul Rutilius, con el fin de que « el valor se una al arte y el arte al valor ». Así, la esgrima se fortalece con el ímpetu del valor, mientras que el valor toma de la esgrima la ciencia y la destreza.

La esgrima se practicaba con dos manos : una paraba los golpes con la ayuda del escudo, la otra los daba con la espada. Los oficiales instructores (lanistas, campiductores o rudiaires) privaban de trigo a los malos alumnos pero les daban grandes porciones de cebada y latigazos (Virgilio, La Eneida, libro I). Sus « doctores armorum » establecieron reglas para evitar o dar un golpe más diestramente. En este caso, aconsejaban el uso del golpe con la punta, más mortal que los golpes con el filo.

 

De la caballería a las finas armas

 

Para el caballero o el jinete, la esgrima formaba parte de la buena educación que tenía que recibir antes de su consagración por “la armadura” o “ la investidura”. El oficio de las armas era largo y pesado para el joven noble, hasta el día solemne en donde al fin la espada bendecida, símbolo de gloria, de justicia y de valor moral, le era entregada con el escudo y la lanza.

 

Una vez terminada la iniciación y dada la acolada, se dejaba ir al noble caballero a los combates singulares para la defensa de los débiles y de los oprimidos, pero también a los torneos que representaban una fuente de beneficios : el caballero recibía el caballo y la armadura del adversario que él había vencido con las armas de la corte o embotadas. La llegada de las armas de fuego y el invento de Gutenberg fueron decisivas para la esgrima, que vio sus armas aligeradas y sus técnicas popularizadas. Antes de estos inventos, esta ocupación principal de la nobleza y de la élite de la sociedad era sobre todo una ciencia oculta y las estocadas secretas eran tan buscadas como la piedra 5 filosofal o el elixir de la vida eterna. 

 

De este conocimiento dependía, más que la vida, la justicia y el honor.

La esgrima para el honor, la justicia y la fe

 

En los siglos XIIº y XIIIº, ya se veían en Francia los « donadores de lecciones » y de consejos de esgrima, cuya función era preparar al duelo judicial y a veces, pagando una fuerte cantidad de dinero, remplazar en el terreno a las personas involucradas. Eran los abogados de armas, que luego se volvieron los “bravi” de Lombardia y los “maistres” jugadores y esgrimistas de espada. Los duelos judiciales tuvieron lugar hasta el siglo XVI. La verdad y el buen juicio no podían más que triunfar en estos “juicios de Dios” en donde la espada decidía y separaba lo verdadero de lo falso, la fe, cuya gloria sólo era vanidad, exaltaba el valor a través del filtro de un propósito extremadamente moral. Después de algunos errores judiciales en donde « la mano de Dios » tuvo menos peso que el poder de la esgrima, la ordalía (del antiguo inglés ordal y del germánico urthel) fue suprimido finalmente en beneficio de una justicia más humana.

 

Resulta que los símbolos de la espada y de la justicia atravesaron los siglos y todavía hoy son asociados, impregnando la esgrima de una fuerte ética.
 

Renacimiento de la esgrima, un talento de corte

 

La esgrima de punta, que según Vegece permitió el éxito de los soldados romanos, es casi inexistente en la Edad media, pues la única ley en aquel entonces es la del más fuerte. En los combates la masa de armas, la hacha de armas, la alabarda o la espada con dos manos no podían adaptarse a la fineza de la esgrima de punta.

 

Por lo tanto, esta técnica reaparece en el siglo XVI. Las armaduras desaparecen, pues el “trueno de la tierra”, la pólvora, las volvió obsoletas. Debido a esto, las armas se modifican, las espadas se vuelven poco a poco un elemento vestimentario : no son forzosamente más cortas, pero su centro de gravedad es llevado hacia la mano. A partir de ese momento son más ligeras y se agarran con una sola mano. Los métodos italiano y español se difunden en Francia, preconizando la superioridad del golpe de punta y detallando las diferentes técnicas de ataque y de defensa.

 

Los abogados de armas, los maistres jugadores y esgrimistas de espada primero orientaban su enseñanza sobre la defensa que consistía en mantener al adversario a distancia (la “misura” o medida), a esquivar los golpes o a “arrojarse” al ataque adverso. La segunda preocupación era la búsqueda del “tempo”, momento propicio para atacar, del adversario. Debido al aligeramiento de las armas y de su toma con una sola mano, la defensiva fue encargada al otro brazo. Este brazo primero estará armado con un escudo o broquel, un brachium o rodela, después con una daga o hasta con un manto enrollado.

 

El perfeccionamiento de la guardia de las armas va a permitir después reunir en una sola arma la ofensiva y la defensiva; algunos ven el verdadero renacimiento de la esgrima. Así veremos guardias complicadas, atormentadas, en las cuales la hoja adversa debía perderse, bloquearse o romperse. Finalmente aparece la espada o el espadón, con cazoleta profunda, cubriendo bien la mano. Su utilización, combinada con la de la daga, va a permitir aumentar el potencial defensivo y ofensivo, siempre asegurando el ataque.

 

(Continuara..)

 

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